Hay muchos grandes artistas musicales que desarrollan su carrera desde un púlpito inmaculado, disfrutando de su poder y de su influencia en la masa. También hay otros a los que siempre les ha gustado bajar al barro y sentir lo que siente el pueblo, a los que les encanta entremezclarse con ellos y participar de la experiencia electrónica sin dejarse nada en la reserva. Este siempre ha sido el caso de Sven Väth, un guerrillero techno que sigue sintiéndose un clubber más siempre que los achaques de la edad se lo permiten. Seguramente ya conozcáis la historia de esta leyenda, pero no viene mal de vez en cuando recordarla y tomar ejemplo de lo bueno y lo malo que nos ha enseñado este artista inmortal.
La historia de Sven comienza durante la guerra fría en la Alemania del muro, cuando sus padres tuvieron que huir, terminando en Frankfurt donde abrieron un pub. Fue allí donde el joven Sven se empapó de todo tipo de música y donde aprendió el arte de DJ. Poco después comenzó su idilio con Ibiza, ya que en el verano de 1980 desembarcó en la isla con poco dinero y teniendo que aceptar pequeños trabajos que le costearan la manutención y la fiesta. De vuelta a Frankfurt se convirtió definitivamente en el DJ del negocio familiar y ahí comenzó su leyenda.
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